martes, 1 de mayo de 2018

Daisuki Mensore: emprendimiento con kimochi

Aunque tiene un nombre corto, tiene mucho por contar. Mary Higa resume su vida con esta frase: “Siempre miro para adelante”. Hace 5 años abrió su tienda de regalos en San Miguel con mucho esfuerzo. 

Actualmente participa en todos los eventos de la colectividad, ofreciendo novedosos productos así como artículos de Japón. Por su carácter espontáneo y siempre atento, ha ido ganándose la preferencia del público. Detrás del mostrador, Mary nos cuenta cómo comenzó. 

«Prácticamente, nací en la bodega» 
Mis padres tenían una bodega en el Rímac, en donde pasé toda mi infancia y adolescencia. Mientras mi mamá atendía, yo dormía en la caja de leche que estaba debajo del mostrador. Era la época en donde había un negocio de nikkei en cada cuadra y entre todos se fijaban los precios. No existía la competencia que hay ahora. Cuando estaba estudiando Contabilidad en la universidad, tuve mi primer trabajo en la perfumería de los Murakami en Magdalena y luego, en la farmacia de los Higa. Me di cuenta que me gustaba atender al público y no estar en una oficina. 


«Siendo dekasegi, me atraían los depatos» 
En la mitad de la carrera, dejé la universidad. Viajé a Nihon como dekasegi y siempre que veía los depatos (tiendas por departamentos japoneses), soñaba con tener algo similar en Perú. Después de casi 10 años, regresé a Perú con Juan Carlos, mi esposo. Queríamos invertir en un negocio pero no resultó. Él tuvo que regresar a Japón y yo me quedé en el Perú con mis hijos. 


Mary Higa 
«Vendí gelatinas: no quería depender de las remesas» 
Mi esposo enviaba remesas, pero no me gusta ser dependiente. Mis hijos tenían 4 y 8 años, cuando decidí vender gelatinas. Había aprendido a hacer gelatinas en 3D y salía con mi azafate para venderlas en el barrio. De puerta en puerta, me compraron todas. ¡Me sentía tan contenta! Pero hubo alguien que no lo veía bien: «¿no te da vergüenza vender así?», me dijo. Me entristeció escuchar eso, porque yo lo hacía por mis hijos. Una amiga me alentó a seguir adelante. Vendí maquillaje por catálogo, ropa, manualidades y hasta aprendí a hacer tortas para matrimonio. Llevando incluso a mis hijos en un carrito, yo salía a vender. 

«Mi esposo regresó por los chicos» 
Mientras mi esposo estaba en Nihon, yo era mamá y papá para mis hijos. A mi hija menor, la dejó con 1 mes de nacida y regresó cuando cumplió 5 años. Fueron 10 años de idas y venidas, en donde se perdió los mejores momentos: el primer diente o el primer día de nido de los hijos Pero llegó un momento en que los chicos necesitaban a su papá. Nos arriesgamos: él regresó y abrimos la tienda. «Daisuki Mensore, lleva las iniciales de mis hijos» Elegimos el rubro de bazar porque me gustaba y yo tenía experiencia atendiendo al público. El nombre de la tienda nació de las iniciales de nuestros 3 hijos: Diego Minoru, Daniel Masaru y Demi Mitsuki. ¡Qué mejor omamori (amuleto) que poner el nombre de los hijos! Mi esposo propuso «Daisuki Mensore»: combinando el japonés «daisuki» («me encanta») con el uchinaaguchi «mensore» («bienvenido»), por nuestras raíces okinawenses. En sí, fue un trabajo en familia: mi esposo dio el nombre, mi hijo mayor diseñó el logo y mi hermano fue quien incluyó el sanshin en el logo.

«El apoyo comenzó con mi mamá» 
Después del trabajo, mi esposo viene a la tienda. Mis hijos me dicen lo que está de moda y algunos familiares y amigos me muestran su apoyo, sobre todo en los momentos difíciles. Ahí es donde siento el kimochi (cariño). De mi mamá, recibo un apoyo enorme. Cuando mi esposo estaba de viaje, ella estaba conmigo; incluso ahora, que ve a los chicos en casa mientras yo estoy en la tienda. Mi mamá ya tiene 80 años, aunque parece de 50. Siempre está pendiente de mí y quiere venir a la tienda, aunque sea estando paradita en la puerta para pasarme el candado para cerrar. Hasta ahora. 

«Llevo el trabajo a casa» 
Me acuesto a las 2 de la mañana y me levanto a las 6. Creo que mi tiempo se divide en un 80% para la tienda y 20% para la casa. He trabajado incluso en feriados y navidad. Mis hijos me piden que pase más tiempo con ellos, pero no se puede. «Cuando tienes negocio: si no trabajas, no comes», decía mi papá. Es un sacrifico enorme, pero mis hijos lo entienden en el fondo. Cuando hay un evento, todos nos ponemos el “uniforme” de la tienda. Mandé a confeccionar media docena de happi (porque somos 6 en la familia) con el logo de la tienda. Verlos vestidos así, significa un gran apoyo que me pone muy contenta. 

«La gente se sorprende de lo que tengo ahora» 
Mi sueño era tener una tienda propia y ahora la tengo. Ha sido difícil, pero cuando me ponen una traba en el camino; no me desanimo, sigo adelante. Recibo una gran recompensa cuando los clientes me agradecen por el buen servicio o se pasan la voz. Y más aún, estoy haciendo algo que me encanta: atender al público. Actualmente, participamos en diversos eventos, como el Okinawa matsuri en febrero, el matsuri AELU en noviembre y el Undokai de fines de abril. Incluso nos invitan en ferias y colegios fuera de la colectividad, lo cual me pone muy contenta, porque significa que cada vez somos más conocidos. El público peruano tiene bastante acogida por los productos japoneses. 

Al concluir la entrevista, Mary Higa nos revela su principal secreto: “esta tienda nació, más que nada, del ganbatte (esfuerzo) y las ganas de seguir adelante”. 

Daisuki Mensore 
Tienda: C.C. San Miguel Shopping Center. Tienda 24 (frente al Coney Park)-San Miguel. 
Horario de atención: Lunes a sábado, 12 m. - 9 p.m. (corrido)


(Artículo originalmente publicado en el diario Peru Shimpo el 1 de mayo de 2018)

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